Esto, no son mas que las experiencias de dos personajes que se divirtieron paseando por china.

Dia 14 - Huang Shan

11 de Agosto

Estamos despiertos y son las 3 de la mañana, no se podía pegar ojo en el concurrido pasillo.

Nos vestimos silenciosamente y nos encaminamos a nuestro secreto mirador, con las mochilas y los frontales parecemos auténticos expedicionarios, y aprovechando un momento en el que no nos ve nadie, nos salimos raudos del camino y nos arrastramos hasta salir de la vista de los más madrugadores, queremos que nuestro mirador siga siendo secreto.

Hace un frió que jode, frigidísimo diría Antton, y esperamos agazapados tras una roca, que la suerte nos acompañe y nuestros cálculos de ayer sean correctos.

Por fin se empieza a vislumbrar el sol, hemos acertado con la orientación, estamos solos, el paisaje es precioso y el sol nos hace entrar en calor, pero ha salido día nubloso y lo que es el sol, sol propiamente dicho mas bien lo entrevemos, pero bueno ...

Tras ver el incompleto amanecer, empezamos a bajar de la roca, a punto esta de mascarse la tragedia, Antton no termina la frase "Mikel, el camino no esta tan mal", cuando resbala, y tras una imposible voltereta entre las rocas, queda tumbado con manos, piernas y cara todas ensangrentadas. ¡Dios, se ha roto algo seguro!, me asusto, mientras pienso que me va tocar cargarlo un trecho, seré capaz?

Tras comprobar que no tiene nada roto, los dos sonreímos como gilipollas, en serio nos habíamos asustamos los dos.
Tras bañarle la cara con Iodo y un breve descanso, continuamos la bajada, le escuecen las heridas y le duelen un poco las rodillas, pero parece que camina sin problemas.
Eso si, mañana le va a doler hasta el DNI.

Tras el accidente, decidimos bajar por las escaleras del Este. La bajada con las mochilas es dura, vamos por la mitad y ya me crujen las rodillas.
Pero aguantamos, sobre todo, cuando continuamente te cruzas con porteadores, que sin rechistar, colgadas a modo de atillo en trozos de Bambú, suben cargas de 50 kilos, las 9.000 escaleras que hay hasta la cima.
Así todos los días, más que un trabajo, me recuerda a los castigos que ponían los antiguos Dioses Helenos.

De dos mil personas que nos hemos cruzado, unas mil ochocientas le avisaban a Antton que tenia una herida en la cara, somos europeos vale, pero deben pensar que también somos "Corkis".

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